¿ME ELIJO A MÍ?
- Revista Mujeres que Inspiran
- 19 ago 2020
- 2 Min. de lectura

Escogerse a uno mismo es más difícil que escoger a cualquier otro, porque a veces vaciamos nuestros sueños por poner otros en su lugar, nos deshojamos por quienes nunca vieron lo duro que fue crecer frondosas en medio de la tormenta y todas las sequías del alma.
Es difícil escogerse porque nos han enseñado mucho sobre criticar, tanto que lanzamos un comentario como boomerang que no tarda en estrellarse contra la autoestima que, cuando no se cuida, se quiebra como porcelana y entonces juntar los pedazos resulta extenuante, cansado, se vuelve un camino cuesta arriba.
No nos escogemos por miedo a descubrir que la persona en el espejo si resultó más intrépida que uno mismo y consiguió más de lo que dijeron que le cabía en la mano.
Sin duda escogerse también a veces duele porque como mujeres nos toca despegarnos de muchos atardeceres idílicos junto a alguien que una mañana ya no quiso continuar la historia, nos duelen las personas que al primer viento se autosoplaron lejos de nuestros futuros, nos fatiga apuntarnos con el dedo porque con ese mismo nos señalaron y tacharon de incompetencia nuestra capacidad solo por querer hacer la diferencia.
Así es, a veces escoger a la mujer que arreglamos cada mañana es todo un desafío y aun así cuando lo logramos, cuando conquistamos esas tierras nuevas donde somos la prioridad y cruzamos el abismo entre querer y hacer, es cuando más alto nos llevan las alas, cuando el error se deja de ver como mancha y se transforma en experiencia, cuando las imperfecciones dejan de tener disputas en un cuarto a media noche y dormimos tranquilas porque sabemos que al abrir los ojos al día siguiente estaremos en la piel adecuada.
Amarse es un túnel largo que debemos atravesar para ver la luz en las cosas y como mujeres es importante elegirse a cada momento por muy duro que sea el porvenir porque, aunque así, se nos cierren mil puertas, siempre con un poco de inspiración, encontraremos la ventana y volaremos sin miedo a la caída o lo ardiente del sol y sabremos que la felicidad efectivamente estaba al alcance de nuestras manos, si estas decidían abrazarnos el corazón.
Créditos: Esme Jiménez
IG: @essmejimenez
Fotografía:@fingers_es
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